¿Cómo empoderarte si eres un hombre «hijo de madre»?
Un bloqueo muy común y frecuente entre hombres de nuestra generación-y del que muy poco se habla-es el producido por lo que en términos de Terapia Gestalt llamamos «ser un hijo de madre».
Un hombre «hijo de madre» es un hombre que, en su infancia, a causa del acompañamiento patoso y poco consciente que recibió tanto de su madre como de su padre, obtuvo un exceso de energía de madre y le faltó la energía masculina del padre.
Ya sea por sobreprotección o manipulación de la madre, por juicio o hostilidad de ésta hacia el padre, o quizás por la ausencia del padre por causas laborales, por enfermedad, muerte, a causa de su agresividad o porque fue anulado y ninguneado por la madre, lo que sucedió con este hombre en su niñez es que no hizo el paso necesario de dejar a la madre para acercarse al padre y, de esta manera, impregnarse de su energía masculina.
De alguna manera este hombre se quedó atrapado en la energía femenina de la madre, no sintiéndose autorizado para avanzar hacia la energía masculina del padre, que es lo que le permite avanzar a la vida con fuerza, determinación y dirección.
Estos hombres, en su mayoría, están ocupando el rol de parejas de su madre o han desarrollado algún tipo de fidelidad inconsciente hacia ella que les retiene, a nivel consciente o inconsciente, a su lado.
Y esta fidelidad tan profunda no les permite, entre otras muchas cosas, liderar su vida a nivel profesional, encontrar una pareja o relacionarse con ellas de igual a igual, sostener su paternidad y la crianza de sus hijos, llevarla a cabo con presencia, así como también conectar con sus valores y propósito de vida.
Los hombres de hoy somos descendientes de un patriarcado y un matriarcado muy fuerte e intenso, marcado por la ausencia, manipulación y agresividad de las figuras parentales, con una mirada muy poco amorosa hacia la crianza respetuosa de los hijos
EL PROCESO DE SANACIÓN DE UN HOMBRE HIJO DE MADRE
Para un hombre «hijo de madre» el proceso para recuperar su poder personal puede resultar un proceso largo, duro, profundo y tedioso, todo un periplo o un viaje del héroe, porque requiere viajar hacia el núcleo de las heridas emocionales de la infancia que, de alguna otra forma, le llevaron a decidir renunciar a ser él mismo.
El trabajo sanador para este perfil de hombres está en lo que en Terapia Gestalt llamamos «soltar a mamá» para «abrazar a papá», y ello conlleva deshacer lealtades que le retienen a la madre y transitar por los miedos profundos que le impiden acercarse al padre.
El empoderamiento de un hombre que tiene esta herida pasa porque sane su masculinidad, por equilibrar en su interior la energía femenina y la energía masculina.
Se trata de que, tras un proceso terapéutico, este hombre se empodere y que él mismo sea su propia madre, es decir, que adquiera la capacidad para cuidarse y conectar con sus emociones, así como también, desarrolle su autopaternaje, aprendiendo a poner límites y conectando con su fuerza y coraje que le ayudarán a dirigirse hacia su propósito de vida.
Con amor y gratitud,
Pere
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2 comentarios
Y en el caso de las mujeres que hemos sido criadas por la abuela que hacia el rol masculino.podemos haber desarrollado más la energía masculina?
Buenos días, Ana Cristina
Gracias por tu comentario. Que cada uno desarrolle más la energía masculina o femenina depende de muchos factores, como son tu propia estructura de carácter, que marcan tu funcionamiento del día a día o las dinámicas familiares de las cuales te impregnaste. Y uno de esos muchos factores es aquello que aprendimos en nuestra infancia de las personas que ejercieron el rol de cuidadores, ya sean los progenitores o, en su ausencia física y/o emocional, otros familiares como los abuelos. Hay que analizar cada caso, y cada caso es diferente. Puede ser que sí, que el hecho de que quien ejerciera en ti el rol de madre tuviese mucha energía masculina te afectase a ti en ese desarrollo de la energía masculina. Lo que sí te invito es que hagas un trabajo de instrospección y autoconocimiento serio y no te quedes solo en esta hipótesis.
Un abrazo,
Pere